La kinesiología considera que el ser humano mantiene una constante actualización o biofeedback.
El modelo de trabajo es holístico, funcional, contextual y fisiológico. Considera la hipótesis de la energía vital, los aspectos afectivos y mentales para centrarse en las necesidades de la persona.
El ser humano es una unidad, no fracciones. Para abordar esta globalidad se intentan considerar todos los aspectos o factores que influyen en la creación y mantenimiento de una memoria de estrés.
Actualizar la información hace que la fisiología pueda reorganizarse en una nueva situación libre de estrés. La función es “vivir”. Aquello en lo que se quiere funcionar viene determinado por valores. Se trabaja con la persona, con su cuerpo y, por tanto, todo el cambio y proceso que se efectúe es a través de la fisiología.
La fisiología puede reaccionar de forma diferente a diferentes estados de la persona. Intentamos considerar estos estados reconstruyendo contextos de trabajo.
La hipótesis de la energía vital, o campo frecuencial humano, permite trabajar y desactivar ciertos tipos de estrés y memorias de reacción que no son explicables con otras hipótesis.
Se valora la experiencia y la percepción de la persona. Se contempla que la experiencia afectiva y cognitiva sucede en el cuerpo, que puede mantener esta memoria. Por eso los procesos de regulación / equilibración / liberación de estrés pueden ser permanentes.
Las opiniones y necesidades de la persona usuaria están por encima de las opiniones que el profesional pueda tener respecto a sus necesidades.
Dadas las características de los factores que el modelo contempla, acepta la subjetividad en el proceso de intervención, trabajando por tanto, con principios de probabilidad en algunas aplicaciones. Este modelo de incertidumbre necesita un continuo contraste con la estructura / función de la persona, especialmente al inicio y final de cada intervención. La práctica y la propia experiencia del profesional son fundamentales en este modelo de trabajo.
Es un modelo respetuoso con el proceso de cada persona. Saber escuchar es una de las habilidades más importantes que debe desarrollar un practicante de kinesiología, ya que es una muy buena herramienta para apoyar a nuestro usuario. En el tipo de vida reinante hoy en dia siempre con prisas, muy pocas personas realmente escuchan. Con demasiada frecuencia el ‘interlocutor’ está mentalmente formulando su siguiente intervención, antes de que la persona que está hablando haya tenido tiempo de acabar de decir lo que tenía en mente. La gente está deseando encontrar alguien que realmente les escuche. Esto implica, no solamente escuchar lo que la persona está diciendo, sino también lo que siente. El cliente percibe que le están escuchando a través del lenguaje corporal, la postura, y los comentarios que se le hacen.
La responsabilidad de la salud es de la propia persona. El kinesiólogo está absolutamente presente y apoyando con sus herramientas el proceso de la persona, permitiendo que encuentre su propia solución, pues quien tiene la pregunta tiene también la respuesta, que a menudo no encuentra porque simplemente ni se hace la pregunta. El kinesiólogo está ahí facilitando que la persona se refleje a sí misma como en un espejo, es como una flauta por donde pasa el aire y suena la música. No es el aire ni es la música, más sin la flauta no vibraría este magnifico sonido.
Este equilibrio energético permite también a la persona a estar más cerca de cualquier objetivo que se proponga, bien sea deporte, en relaciones, en estudios, para mejorar el carácter o temperamento y para enfrentarse por tanto a la vida en general.